Después de hacerme inmensamente
rico con eso de los candados imaginarios y de ir detrás de los vampiros
y acabando con ellos con polvorones de canela, llegó el momento
de cambiar radicalmente de profesión, y me hice suicida, pero no
un suicida cualquiera, de esos que lo intentan una vez y ya está
y la han palmado, no porque como en todo, para el suicidio hay que tener
arte, y yo lo tengo.
La primera vez que lo intenté
quería hacerlo de forma sencilla, al viejo estilo, pero la falta
de experiencia me hace ser un poco torpe, así que busqué
a gente que se hubiese suicidado con éxito, pero inexplicablemente
no encontré a nadie, y tuve que hacerme como suicida a mí
mismo.
¡Ya está!, pensé
para la primera vez cortarme las venas, y fui a una ferretería y
entré a preguntar:
yo -
Muy buenos días tenga
usted y su tienda, querido señor dependiente (yo que soy muy amable
con las personas que me suministran el arma del delito)
él -
Buenos días señor,
¿que desea?- preguntó él.
yo -
Quería un cortavenas bien
grande- le dije con aire decidido.
él -
Un corta qué?, ah claro,
un corta pizzas me ha dicho.
yo -
Cortavenas, cortapizzas, bueno,
lo mismo daría si al final funcionase.
él -
¿Se lo envuelvo?- me preguntó.
yo -
No gracias, me lo llevo puesto.
Y sin mas me lo apreté contra
el brazo, se me hincó en el brazo y me fui sonriendo.
Al salir escuché un golpe
en la tienda, y ví al hombre tirado en el suelo. Creo que eso le
impresionó.
Llegué a mi casa, y ya estaba
impaciente por el resultado. Yo esperaba que brotara la sangre a chorros,
que me mareara, que viera bichos por las paredes, que me hicieran un peazo
de juicio en el infierno, pero nada, del corte sólo salía
queso parmesano, lo cual no sería malo si lo que quisiera hacer
fuera una pizza, pero como mi intención era simplemente de suicidarme,
pues resulta que en lugar de desangrarme me estaba desparmesanando, y tuve
que dar por nulo mi primer intento.
En la segunda cuidé mas el
detalle para que no hubiera mas problemas ni sorpresas de última
hora.
La forma elegida era ahogarme en
la bañera. Lo preparé todo, agua caliente, sales minerales
para difuntos, una manopla, y una nota explicativa a mi patito de goma
donde le comentaba por qué no se podía bañar ese día
conmigo. Entré en el cuarto de baño, metí un pié
y descubrí que el agua estaba muy caliente, así que decidí
esperar un poco, porque el calor me pone la piel áspera y me da
un montón de coraje. Cuando se hubo enfriado, me metí entero
y me sumergí. Cuando el agua me hubo tapado la cabeza , esperé....volví
a esperar....¡Que jartón de esperar!...Zzzzzzzzzzzzz(dormido)...Uaaaaaaahhhhhh
(bostezando)...me desperté!.
!!160 minutos bajo el agua!!
Busqué una explicación
lógica al hecho de que no me hubiera ahogado, y tras mucho meditar
la cuestión caí en la cuenta. Meses atrás había
hecho un cursillo de submarinismo a grandes profundidades sin bombona de
oxígeno. Tampoco era esa la opción mas acertada para mis
intentos, y encima, todos los dedos se me habían arrugado y bajo
el agua el aburrimiento era monumental. Incluso pensé en traerme
un cassette al baño para escuchar música, pero ¿y
si se caía al agua y me electrocutaba?. Uf que miedo, quita quita,
suicida, no loco!. Dejé pasar unos cuantos días para que
se me pasara el susto, y volví a intentarlo.
Ahora quería hacerlo como
las grandes divas de 'jolibú', como la 'morrroe' o la 'Nami Campell',
esa que estaba con el bailarín 'Cortete', o algo asín. Me
iba a suicidar con barbitúricos. Al principio creí que lo
de barbi era porque te quedabas tieso y blanco como las muñecas,
pero no, sino que eran unas medicinas de color oscuro y yo las había
visto en una mesita de noche que un amigo guardaba para no se qué.
Aproveché que él se había ido de viaje y rebusqué
entre sus cosas, y encontré una cajita que estaba medio borrosa
y ponía 'J$3$"%$%la'.
Las cogí y me dispuse a tomarlas
todas. La cajita era negra como las pastillas, las saqué y me las
tomé todas. Frente al espejo esperaba impaciente una reacción,
un algo que me dijera que había hecho efecto, y la señal
no tardó en llegar, empezaron unos dolores intestinales que se fueron
esparciendo por todo el estómago y pensé: '¡ya me llegó
la hora!'. Se le fueron sumando unos gases tóxicos expandidos por
toda la habitación, y retortijones de tipo 'tengo que haber comido
algo que me ha sentado mal, muy maaaaaalllll!!!'... Pddddzzzzzzzzz, que
me cagué, literalmente me cagué, ni siquiera llegué
al baño. Lo que yo echaba por el culo no eran excrementos, parecía
que tenian vida propia, e incluso los oí reirse, salían disparados
por las paredes, hasta que por fin llegué al
baño, y expulsé todo lo que me podía quedar dentro,
que era bastante, e incluso me pareció distinguir entre tanta mierda
ese bocadillo que me comí en la comunión de mi hermana años
atrás, que por cierto hoy es su cumpleaños, tengo que acordarme
de llamarla para felicitarla por su 64º cumpleaños. Cuando
hube acabado con toda la artillería pesada que tenía en mi
cuerpo, que era bastante, me dispuse a leer lo que me había tomado,
y dentro del cajón me encontré una caja parecida que decía
'JUANOLAS'. Me había tomao una sobredosis de pastillas juanolas,
pa'verme matao!.
Lo volví a intentar con una cuerda,
pero me ponía morao y por poco no me ahogo, intenté tirarme de lo alto
de un piso, pero tenía vértigo y me mareaba, y luego se me quedaba mal
cuerpo.
Así que decidí no
volver a intentarlo, porque sufro del corazón y mi cuerpo no aguantaría
un esfuerzo así, pues.....aaarrrrrgggggg Piiiip, piiiip, piiiip,piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
(léase encefalograma plano ;-)) ¡que nooooo!!, que era coña
;-)